El dolor es una experiencia adaptativa que nos moviliza, y que habitualmente concebimos como desagradable por estar asociada a un daño tisular real o potencial.
Lo etiquetamos como “crónico” cuando éste perdura durante episodios de más de 3 meses, se mantiene más de lo esperado para la recuperación de un daño o está asociado a un problema médico crónico.
Igualmente, que no se nos olvide que el que se etiquete como “crónico”, no implica que tenga que ser ineludiblemente para toda la vida.
El dolor muchas veces depende del valor que tenga para nosotros. Ese valor se habrá constituido en base a nuestra historia de aprendizaje.
Es decir, nuestra percepción del dolor también depende del contexto, de la sociedad, de la cultura, de todas esas experiencias que nos han ido moldeando.
En muchas ocasiones, llevamos a cabo comportamientos que buscan la evitación del dolor, lo condicionamos como algo sumamente aversivo y lo queremos rehuir a toda costa.
Nos empieza a dar miedo todo lo que rodea al dolor, y aprendemos a vivir evitando, lo cual provoca que nunca nos expongamos y cada vez lo experimentemos como algo más nocivo.
Que el dolor sea “psicológico”, no implica que no sea real. Que el dolor no deje un estigma visible, no implica que no esconda un sufrimiento abrumador.
Como vemos a la persona estupendamente, tendemos a creer que se lo inventa, que exagera, que se queja por nada, lo cual aboca en indefensión, tristeza, soledad o ansiedad.
La psicología tiene un rol importante en el estudio y la intervención del dolor crónico.
Percibir dolor es una conducta, como cualquier otra, por lo que se puede influir y modificar su percepción; y trabajar en el cambio de otros aprendizajes que estén estrechamente relacionados con esta mala convivencia con el dolor.
No sólo se requiere el trabajo desde la psicología, sino que es importante intervenir desde múltiples disciplinas. Es crucial que haya comunicación y coordinación entre la medicina, la fisioterapia, la terapia ocupacional o la psicología.
ENLACES A RECURSOS RELACIONADOS DE INTERÉS:
-EL DOLOR CRÓNICO PUEDE SER APRENDIDO – Marcos de Andrés Ortega